TEMA 4: La evaluación en el aula de lenguas extranjeras

TEMA 4: La evaluación en el aula de lenguas extranjeras: evaluación inicial, formativa y final; uso de descriptores (rúbricas)

La pasada clase de Didáctica de la Enseñanza de Lenguas Extranjeras del 4 de febrero tuvimos una sesión con la profesora Cristina referida a la evaluación. Ya en la anterior clase habíamos introducido este tema hablando de rúbricas, pero en este caso trabajamos en profundidad sobre la evaluación inicial, formativa y sumativa, a la vez que vimos algunos instrumentos de evaluación.


Para empezar esta entrada expondré las definiciones de algunos términos que trataré más adelante. Primeramente es necesario hablar sobre el concepto de evaluación. ¿Qué es? ¿Para qué se utiliza? La RAE lo define como “Acción y efecto de evaluar”. Por lo que, observando ahora la otra definición, la RAE indica que evaluar es “Estimar los conocimientos, aptitudes y rendimiento de los alumnos”. Es por ello que la evaluación ocupa un lugar muy importante e indispensable en el proceso de enseñanza-aprendizaje, por lo que voy a dedicarle una entrada en este blog.

Como he indicado en la introducción de esta entrada, hay tres tipos de evaluación que proporcionan información de diferente tipo tanto al docente como al alumno/a. La evaluación inicial se realiza a principio de curso o al principio de una etapa. Es una evaluación con carácter diagnóstico que sirve al profesorado para conocer, por ejemplo, en qué nivel se encuentra el alumnado. El tipo de pruebas para realizarla puede ser muy variado, aunque hablaré de los instrumentos de evaluación más adelante.

En cuanto a la evaluación formativa, esta se ha convertido en la más importante en el proceso de aprendizaje, ya que permite conocer e informar del progreso del alumnado ayudando en la evolución. Mientras que hasta hace unos años la evaluación solamente se basaba en una prueba escrita con una calificación y nada más, hoy en día el feedback a lo largo de toda la etapa se ha vuelto esencial, y se ha demostrado que basarse en este tipo de evaluación dejando más de lado las calificaciones origina un mejor resultado en el alumnado. Esta evaluación no solo proporciona información al profesorado del punto donde se encuentra el alumnado y de las dificultades, sino que también proporciona información a los propios alumnos/as, ya que les permite conocer en qué necesitan mejorar y cuáles son sus puntos fuertes.

A diferencia de las evaluaciones inicial y sumativa, en la evaluación formativa no solo puede evaluar el profesor/a, sino que encontramos otros dos tipos. En primer lugar está la autoevaluación, donde el alumno/a puede evaluar a sí mismo sus propios conocimientos conociendo su progreso de primera mano, dándose cuenta de lo que necesita aprender para llegar a la meta. Además promueve la motivación, la independencia y la reflexión. Por otro lado, se encuentra la coevaluación. En este caso la evaluación se realiza entre compañeros/as, es decir, un compañero/a evalúa el trabajo del otro/a. Este tipo de evaluación está resultando muy beneficioso para el alumnado, ya que de este modo no solo aprende el alumno/a al que le evalúan el trabajo, sino que el otro alumno/a, mientras corrige el trabajo del otro/a, aprende y se puede dar cuenta de fallos que también cometa. Además promueve el aprendizaje cooperativo y también dota al alumnado de otro papel, el de evaluador/a. Para que esta evaluación resulte exitosa se debe dar a los alumnos/as unas pautas a seguir, así como alguna herramienta clara, fácil de utilizar para ellos/as, como puede ser una rúbrica.

Sin embargo, a pesar de todo esto, la evaluación formativa no tendría sentido sin un continuo feedback de las tareas, actividades, etc. El profesorado debe encargarse de transmitir a los alumnos/as a dónde se quiere llegar y qué es lo necesario para conseguirlo durante todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. Para ello, existen varias formas de proporcionar feedback, debiendo adaptarse a los/las estudiantes y al momento determinado para utilizar una u otra. Entre ellas se encuentran: comentarios por escrito, checklists, informes de progreso, reuniones o cualificaciones. Estas últimas, a mi parecer, no son beneficiosas y hay experimentos que lo demuestran. Considero que los ejercicios o exámenes evaluados con una cualificación, en la mayoría de los casos solo sirven para que los alumnos/as se fijen en la nota, y no en dónde deberían mejorar o en dónde destacan. Además, las cualificaciones pueden generar comparaciones y competiciones entre el alumnado, al igual que desmotivación para aquellos/as alumnos/as que obtuviesen una nota más baja. Y esto no sería adecuado, ya que lo que se pretende con la evaluación formativa es obtener información para mejorar y llegar a la meta, y no solamente obtener información sobre cualificaciones.

El último tipo de evaluación sería la sumativa. Este se realiza al final del curso escolar o al final de una etapa (trimestre, cuatrimestre, etc.). Para esta evaluación sería necesario sumar todos los resultados de las herramientas de evaluación que se hayan llevado a cabo durante todo el proceso. Esta evaluación se realiza por parte del docente y proporciona información al alumnado sobre el resultado final. La evaluación sumativa debe estar evidenciada e integrada.


Por último, para acabar con esta entrada hablaré brevemente de los instrumentos de evaluación. Para conseguir una buena evaluación formativa se deberían utilizar diferentes medios con los que evaluar los distintos tipos de tareas. Entre los más destacados se encuentran: la observación aula, cuestionarios, portfolios, rúbricas, etc. De este último tipo hablamos en mayor profundidad en esta sesión. Diré brevemente que la rúbrica es una tabla donde se recogen una serie de criterios divididos en niveles con descripciones para cada uno de ellos. Esta herramienta es descriptiva y debe ser clara, de forma que la entreguemos a nuestro alumnado y la pueda entender sin ningún tipo de dificultad para conocer cómo ha sido evaluado su trabajo y en qué puede mejorar.


Finalmente, como conclusión diré que este tema ha sido de suma importancia para nosotros/as como futuros docentes. Es muy importante conocer los tres tipos de evaluación y cómo y cuándo realizarlos, teniendo claro que la evaluación formativa es indispensable en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Lo que le tenemos que mostrar a nuestros alumnos/as es cuáles son sus puntos fuertes y en qué deben mejorar para llegar a la meta de forma exitosa y siendo ellos/as también partícipes en el proceso.

Os dejo unos enlaces que os puedan resultar de interés:

Comentarios

  1. Hola Sandra!

    Enhorabuena por tu entrada, me ha parecido muy completa y bien organizada. En primer lugar añadir que no solo el alumnado puede y debe autoevaluarse sino que el profesorado también debe hacerlo, es la forma para saber si está ejerciendo su trabajo de la manera más efectiva y adecuada. Si el grupo clase no está obteniendo unos buenos resultados igual es que la metodología no funciona, que hay que diseñar otro tipo de actividades que resulten más adecuadas o que estas mismas no se adaptan al nivel de la clase. La forma de saberlo es realizando una autoevaluación.
    Por otra parte, estoy completamente de acuerdo contigo en que las calificaciones no son un gran método de evaluación, como bien dices propician comparaciones entre compañeros, la desmotivación en el caso de recibir una nota negativa no esperada y que el alumno/a se fije simplemente en la nota sin importarle las correcciones que pueda hacerle el profesor/a. Pienso que es mucho más efectivo proporcionar feedback sin ningún tipo de calificación, lo que hará que el alumno/a se fije en dichas correcciones y procure no cometerlas en un futuro, haciendo de su aprendizaje un proceso más efectivo.

    ¡Un saludo!

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